domingo, 1 de abril de 2007

Ladrones de Tumbas

El frío calaba en la noche invernal y la húmeda niebla no ayudaba precisamente a entrar en calor. Un ruido de pisadas rompió el silencio del cementerio y apareció un hombre esquelético que cualquier persona normal habría identificado inmediatamente con un muerto. Tras él aparecieron otros 2 hombres más bajos.

-Creo que esta es la tumba. Traed las palas.- Dijo el hombre más alto.
-Maldita sea, con este frío me destrozaré las manos. - Replicó el segundo.
-S-sí, y yo podría estar con la joven Molly Rogers en el pueblo. - Le siguió el más joven de los tres, que recibió una bofetada del mayor.
-¡Los negocios antes que las mujeres, chico! Y tu, Miles, ¡Ponte unos puñeteros mitones! Tengo un par en la furgoneta.

Ambos marcharon y volvieron al cabo de un rato con un par de palas, se quedaron mirando al más alto.
-... ¿Qué?
-Esto... - dijo el joven
-¿Si.....?- se impacientó
-L-le d-decía al viejo Miles que p-porqué solo hay 2 palas en la furgoneta si s-somos t-tres.

El pobre Miles no sabía donde meterse. Y para disimular intentó cambiar de tema:
-¡Oh, estos mitones van de lujo, Jack! ¡Mira, hasta tienen ventila...!- Se detuvo al ver la máquina a presión en que se estaba convirtiendo el hombre más alto, y esta se acercaba amenazántemente al indicador de “Peligro”. Entonces la máquina explotó.
-¡¡A trabajar pedazo de gandules!! ¡¡No tenemos toda la maldita noche!! ¡¡¡Aquí yo soy el que piensa, y el que busca a los clientes!!! ¡¡¡¡El que os busca el pan, malditas sabandijas!!!!

El joven Walter era pelirrojo, y de no ser por este hecho se habría confundido por completo con el paisaje nevado y lleno de lápidas que lo rodeaba, hasta las pecas se le habían vuelto blancas. Jack se acercaba hacia él con cara de pocos amigos y cuando lo tenía a dos palmos de la nariz un golpe de nieve les bajó a ambos la temperatura de golpe.
-Ups.- dijo Miles disimulando, mientras cavaba la en la tumba para hacer lo que habian ido a hacer sin que nadie sufriese daños.
-Bien... vamos, sacadlo de ahí de una maldita vez y larguémonos de aquí.- Dijo Jack mientras se iba con la ropa empapada hacia la furgoneta.
-Gracias- Dijo aliviado Walter.
-De nada, hijo.

El viejo Miles no tenía familia, llamaba hijo a todo aquél que fuese por definición menor que él (o sea, todo el mundo). No era un hombre lo que se dice peligroso, pero más te valía no estar en medio cuando decidía tomar el camino corto. Tenía las ideas claras, y dar rodeos no entraba en ellas.

Tras casi 2 horas consiguieron cavar lo suficientemente hondo como para llegar al ataud, entonces tiraron las palas fuera y fueron a buscar más herramientas. Necesitaron una buena palanca para abrir la madera. Tras unos forcejeos la tapa cedió.
-¡Premio!- Exclamó Miles-Vamos Walter, pásame las mantas...-
-¿T-tiene algo de valor, señor Miles?
-Déjame ver, hijo... nada.. nada... oh, mira, con esto podrás pedir la mano de la joven Molly.- Y le lanzó una alianza que Walter trató de atrapar al vuelo, cayéndose de cabeza a la tumba.


Jack los esperaba en la furgoneta mientras leia una revista de economía. Al verlos llegar la escondió rápidamente y preguntó:
-¿Qué le ha pasado al crío en la cara?
-N-nada señor, s-solo m-me cayó la p-pala en la cara...¡el cadáver lo t-tenemos!- Y lo pusieron en la parte de atrás con las herramientas.
-Vámonos Jack. ¿Quién es el cliente de esta noche?-Dijo Miles.
-Déjame que mire... - Sacó un papel de periódico con una dirección apuntada.- Doctor... ¡Maldición! No veo nada.... ¿qué ves tu, Miles...?
-Uhm.... Doctor. Ffff, Fffrieeee...drix.... ¿Quién escribió esto? Debía ir borracho o algo peor... vaya nombre más raro, tiene que ser falso a la fuerza.
-¡Yo lo c-conozco! Es el extranjero de la casa a las afueras del pueblo.-Añadió alegremente Walter, en una muestra de rapidez mental poco común en él.
-Bien... tu guías, Muchacho. -Y Jack arrancó la camioneta con sus cuatro pasajeros dentro.